La falta de contexto de Harvey al criticar a Piketty

18:21


Lima, 27 de Mayo del 2014.-

Para los latinoamericanos, la posición política de los geógrafos más conocidos es pro-socialista. Si revisamos los escritos y entrevistas de David Harvey o Milton Santos, por citar dos geógrafos muy conocidos, podemos comprobar lo anterior. Desde otro ángulo, si participamos en encuentros de estudiantes o de geógrafos profesionales en Latinoamérica, dentro del mundo secular, los geo-estudiosos comunes y corrientes también tienden por estos planteamientos. Quizá sea la tendencia a planificar que Jean Labasse destaca en su libro “La organización del Espacio” lo que inclina a los geógrafos por los Estados de planificación centralizada, vale decir, comunistas. Sin embargo, existen algunos problemas en todo esto, donde el más importante es la falta de análisis sobre tales planteamientos. ¿Cuáles son los aportes de Harvey, Santos y compañía a la política? ¿Es suficiente golpearse el pecho y decirse de izquierda para haber contribuido en materia política?  En realidad estos autores han hecho más que golpearse el pecho, pues sí han escrito muchos libros y han expresado por diferentes medios sus ideas. De este modo, los problemas más graves al parecer son:

1) La falta de rigurosidad de estos autores –tema en el que no ahondaré en esta ocasión.
2) El seguidismo y aceptación de sus planteamientos por la comunidad geográfica. ¿Quién critica a los “geógrafos críticos”?

A todo esto, en esta nota se busca demostrar de modo general que las opiniones de David Harvey sobre la recientemente famosa obra de Thomas Piketty, “El capital en el siglo XXI” es desmedida y fuera de contexto. La motivación principal de ungeografosingeografia para escribir sobre un tema más próximo a la economía que a la geografía, es la posible influencia que pueda tener el texto de Harvey en los geógrafos llevándolos a equívocos por asumir como verdaderas sus críticas sin un análisis de sus comentarios. Por ello, a continuación se presenta un pequeño análisis de la crítica de Harvey, contextualizando su posición a la luz de la historiografía comunista.


 Una desmedida crítica que recuerda las épocas oscuras del marxismo

Comunismo: ¿progresista o reaccionario?

“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”, así escribieron Carlos Marx y Federico Engels en el manifiesto comunista para referirse al enemigo común de todas las fuerzas oligárquicas y capitalistas europeas: el comunismo. El manifiesto fue publicado en 1848, y es considerada una de las obras más vendidas en todos los tiempos. Fue el sinónimo de esperanza para quienes buscaban un futuro social de justicia económica.

Desde la publicación del manifiesto a esta época, mucha agua ha discurrido bajo el puente. Han aparecido movimientos comunistas gigantescos, partidos comunistas se han hecho con el poder, el mundo estuvo dividido por la influencia de los bloques capitalista y comunista, y nada hacía pensar en un mundo unipolar –o un mundo menos fraccionado- sino fuera por el derrumbe del comunismo soviético.

Tal situación tiró abajo el paradigma de la revolución marxista-leninista en muchos intelectuales. Pero a otros los llevó por primera vez a pensar diferente y decirlo a viva voz. Antes de la caída del bloque soviético, muchos eran temerosos de expresar ideas diferentes pues serían tachados de revisionistas, o de trotskistas, o con algún otro mote descalificador dentro del movimiento revolucionario.

En la primera etapa del movimiento, a inicios del siglo XX, casi todos asumían que la dureza del régimen insipiente se debía a las dificultades de su nacimiento. La URSS nació de la primera guerra mundial, y luego enfrentó una dura guerra civil. La República Popular China estuvo súper-dividida y enfrentó una guerra civil desastrosa, además que participó en la segunda guerra mundial enfrentándose a Japón. Europa del Este nació tras la segunda guerra mundial, y los países asiáticos solo lograban la victoria tras permanecer en durísimas guerras, como Vietnam o Corea del Norte. Por estas razones, para el más delicado analista era difícil saber en qué medida los regímenes recién instaurados eran duros por las circunstancias externas o por una mala doctrina política. Por ello, de alguna manera los estudiosos de esa época tenían el difícil trabajo de generar un juicio de valor justo sobre los acontecimientos y las revoluciones.

De cualquier modo, el comunismo instaló donde llegaba la idea del partido único y el centralismo. No había lugar para disentir en la Duma o suerte de parlamento comunista. El escritor Fernando Ravsberg se ha sorprendido al enterarse que en este año 2014 es la primera vez que el parlamento cubano se permitió aceptar una ley por votación donde se resuelva lo que desee la mayoría. El sistema cubano está acostumbrado a la votación por consenso, o sea por unanimidad. En la práctica, nadie podía oponerse a las propuestas de los hermanos Castro. Lo propio ocurría, y sigue ocurriendo, en los países comunistas, a pesar de haber girado completamente su política de estatalización hacia el libre mercado, como es el caso de China y de Vietnam. En estos países hay una fuerte limitación a la libertad de expresión, al punto que en Vietnam están prohibidas las discusiones sobre política, o que en China el partido comunista cierra las ánforas en las votaciones locales impidiendo que gente común sepa si han sido justas las elecciones. Curiosamente siempre gana el partido comunista chino tales elecciones.

Todo esto llevo a una sequía de ideas. Incluso los más conspicuos intelectuales debían agachar la cabeza porque la creatividad no estaba permitida. Si Pol Pot, el dirigente comunista camboyano, asumió que ninguna cabeza debía sobresalir y por eso llevó a cabo uno de los más grandes genocidios en la historia de la humanidad, solo por intentar plasmar en su país un sistema económico-político, en los países del resto del orbe el golpe al pensamiento no era muy distinto. Si bien es cierto que las matanzas no se presentaron todo el tiempo, igual se presentaban en diversas ocasiones cada vez que alguien pensaba diferente. Para recordar esto no debemos ir hasta la época de Stalin que asesinó a muchos bolcheviques, como por ejemplo Kamenev y Zimoviev, sobre quienes el mismo Lenin y José Carlos Mariátegui han escrito cosas interesantes; en la actualidad Kim Jon Un acaba de asesinar a su tío quien ha estado en el poder de Corea del Norte desde que su padre Kim Jong Il asumiera el poder político en el país.

Sumado a la ausencia de ideas se da el descalabro social. Francis Fukuyama afirma que los países de planificación centralizada podían competir económicamente en cuanto de industria pesada se tratase, y esto se refleja en el extraordinario crecimiento soviético tras la primera guerra mundial. Pero el sistema comunista falló en otro punto: la ausencia de libertad de información en un momento previo a la revolución informática. Mientras en las sociedades capitalistas solo hacía falta dinero para tener una computadora y, posteriormente, conectarse a internet, en la URSS hacía falta un explícito permiso del gobierno para tener una computadora.

En estos países, donde la prensa estaba en manos del gobierno y no había libertad de reunión, las personas no creían nada de lo que veían en la prensa. Mijaíl Gorbachov llegó a decir en una entrevista del año 2009 aproximadamente, que el sistema era tan anómico que nadie creía lo que pasaban los medios así sea verdad. Y esa desventaja hizo que los genios matemáticos y programadores de Rusia, que hasta hoy siguen siendo los más grandes hackers, no pudieran desarrollar esta industria que requiere ingentes dosis de libertad. Por ello, se implementó la glasnost que buscaba romper el monopolio de la información y dar a la sociedad civil la oportunidad de expresarse. Así también, la firma del acta de derechos humanos, crearon las condiciones para que la población entera se rebelará contra el régimen y lo tirará abajo en todos los países, hecho recordado con la simbólica “caída del muro de Berlín”.

Sobreconfianza del “dejar hacer, dejar pasar”: Desregulación

Ahora veamos la situación vista con los ojos de los liberales. Así como José Carlos Mariátegui pedía que el socialismo no debía asemejarse en sus deformaciones al capitalismo, igualmente los liberales asumieron que mientras más diferentes sean del comunismo más fuertes se tornarían como Estado, pues al fin y al cabo, como afirma Fukuyama, la caída del muro de Berlín y de la URSS mostró la farsa del este: la debilidad de los Estados fuertes.

El efecto de la unipolarización ideológica llevó a que nadie crea en el papel del estado como regulador. La aceptación por parte de las mayorías sobre la inutilidad del comunismo contribuyó eficazmente a emprender la tarea liberalizadora a nivel mundial. Sin embargo, esto crearía las condiciones de la problemática actual: la crisis financiera.

Los teóricos encargados de fustigar las políticas antes, durante y después de la crisis financiera del año 2008 son dos destacados economistas del “establishment”, o al menos así siempre fueron considerados. Paul Krugman y Joseph Stiglitz, este último incluso trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Es más, ambos son ganadores del premio nobel de economía. Pero todo esto no los impidió de elaborar cuidadosas críticas sobre el papel de la banca; la desregulación, que permitió que la banca de ahorros pueda ser al mismo tiempo banca de inversión, poniendo en riesgo a todos sus clientes; brindar créditos a todo el mundo alimentando la burbuja inmobiliaria; así como la creación de leyes que salvan bancos si estos llegasen a quebrar. Al fin y al cabo, sus planteamientos los llevaron a soñar con un “mundo diferente”, basándose en la idea de John Maynard Keynes según la cual el Estado debe participar en la economía regulándola, limitando los excesos, pero sin dejar de ser capitalista.

Aparición de la obra de Thomas Piketty

La obra del economista francés Thomas Piketty, según los analistas británicos, destaca por analizar 300 países con datos que estudian la relación entre el crecimiento del PBI nacional con la tasa de retorno del capital empresarial, vale decir la ganancia de los capitalistas. La conclusión cuantitativa es que el capitalismo de libre mercado sin regulación alguna tiende a formar una sociedad absolutamente desigual, pues siempre es más alta la tasa de retorno de capital que el crecimiento de las economías nacionales, con lo que queda claro que la parte más grande de la torta siempre queda en pocas manos. Actualmente se le ha realizado algunas críticas y han sido aceptadas por el propio autor, pero lo curioso es que si mejorara la recogida de datos que hace falta, prácticamente todos los analistas de la obra coinciden en que se comprobará que la desigualdad en el planeta es aún mayor, pues Piketty ha estudiado los datos del capital financiero, aquellas cifras que están en bancos y paraísos fiscales de los grandes adinerados, dejando de lado el capital físico, como bienes inmuebles, maquinarias, etc.

En general, el aporte de Piketty es haber aterrizado algo que ciertamente se conocía pero que nadie había desentrañado con tanta delicadeza a la luz de los datos con que actualmente se cuentan. El análisis cuantitativo pone de relieve también, según Piketty, que no ha habido una mejor redistribución de la riqueza al desregular la economía, sino todo lo contrario, el crecimiento se estancó.

La desmedida crítica de Harvey

David Harveyelabora una crítica a Piketty indicando que es importante lo que dice pero que los marxistas siempre lo han sabido, es decir, que no es ninguna novedad. Y descalifica al autor francés por no estar acorde con su solución marxista. Sin embargo, ¿cuál es el planteamiento de sociedad que plantea David Harvey? Es fácil criticar y decir que todo está mal. No solamente afirmar que otros autores están errados y no demostrarlo adecuadamente, sino los sistemas económicos, políticos, etc.; pero es más difícil demostrar la validez de la crítica, o dar una alternativa coherente de cambio ante las fracasadas propuestas de los comunistas del siglo XX, por ejemplo.

En el libro de David Harvey, “Espacios del capital”, no encontramos ni un solo análisis que valga la pena como interpretación del capitalismo actual. Sus aportes sobre la “acumulación por desposesión” utilizada por los estudiosos de los conflictos socioambientales para describir el proceso de acumulación de tierras de las transnacionales para actividades extractivas, donde se destierra a poblaciones de su lugar de vida es valedera, sin embargo bastante superficial al mismo tiempo. Leer su artículo crítico contra Piketty nos lleva nuevamente a esa época de silenciamiento y anticreatividad del marxismo.

Quizá Harvey haga caso omiso de lo que fue el comunismo y sus consecuencias sociales. El fracaso del sistema debería llevarlo a cambiar su manera de pensar y tratar de sistematizar una nueva interpretación a partir de todo el conocimiento que los marxistas han desestimado desde hace mucho tiempo. Los ejemplos de marxistas sintetizadores se encuentran en José Carlos Mariátegui o en Alberto Flores Galindo, pero los geógrafos, por diversos motivos, no están atentos a estos pensadores. En definitiva, el problema es la pervivencia de una censura crítica que jamás demuestra fehacientemente tener la razón, y como si fuera poco, tampoco aporta con ideas frescas para pensar el cambio social, si acaso es lo que se busca. Es muy parecido a la práctica del perro del hortelano: “no come ni deja comer”. Y todos los planteamientos de Harvey serán asumidos por sus seguidores sin una previa y necesaria reflexión. He ahí la más grande tragedia.


Ahora más que nunca, los geógrafos no deberían basarse tanto en las prescripciones políticas de David Harvey sino más en el pensamiento de alguien como Alberto Flores Galindo, quien en su carta a los amigos describe la necesidad de innovar para hacer del socialismo una realidad bienvenida y no una imposición vertical. Claro, siempre y cuando deseen algún cambio, si no, están en todo su derecho de obviar esta lectura.

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2 comentarios

  1. Tu problema es que haces lo que críticas: primero elaboras una hipotesis, al decir que son pro-socialistas, cuando la crítica anticapitalísta, no necesariamente lo és. El anticapitalísmo, no necesariamente apoya el Estado que regula todo -soacialísmo-, ni he leído, por ejemplo en Harvey, nostalgias respecto a estos socialismos reales de los que das buena cuenta. Y además al respecto generalizas. Entonces el punto de partida, está mal. Requeriría mucho más cuidado con esas cosas, no menores, para comprender las dimensiones de la crítica teórica y política de estas vertientes y autores.

    Ahora bien, luego haces un recorrido histórico, interesante, más por "datiado" que por lúcido, pues se van extrayendo conclusiones generalizadas de fenómenos particulares sin el menor cuidado -cosa que es parte de tu crítica intrínseca a Harvey y los demás- y además se crítican vertientes académicas y políticas del anticapitalísmo, desde una posición nada clara ni política ni académicamente: A veces con argumentos liberales, mezclados con reivindicaciones de socialistas como Mariateguí. Lo que definitivamente reafirma lo primero. No dimensionas para nada los alcances ni fundamentos de las diferntes críticas anticapitalístas, ya sean de Mariategui o de Harvey, pues incluso terminas citando positivamente, la posición de Keynes, como la de Mariateguí, que en tanto una es socialísta, su punto de conexión solo está en la importanciad el Estado como regulador, pero mientras una reconoce algunas contradicciones fundamentales del capital y propone vías de superarlas -anticapitalísmo-, la otra las deja de lado y abraza el capitalímo bajo las condicioones de los Estados de Bienestar -las mezclas, contradicciones y dudas en las reflexiones latinoaméricanas entre reivindicaciones revolucionarias -anticapitalístas- y las demandas del Estado de Bienestar son un elemento interesante para disernir partuclaridades pero son otro tema.

    Y finalmente ni si quieras mencionas la crítica de Harvey a Piketty. ¿¿?? ¿dónde está la descontextualización de Harvey? como puedes lanzar una cr´tica por descontextualización si ni si quiera muestras lo que critícas. Eso sí es descontextualización.

    En resumen, propones una crítica que no desarrollas, para ello partes de un juicio nada claro ni riguroso que usas como principio argumental, y además desarrollas una cantidad de argumentos que se conectan solo en ese debil y falso principio y argumento, ignorando y desdibujando profundos principios políticos y académicos, en una aparente toma de posición política que no toma posición.

    Por todo lo anterior, ni si quiera es viable ya entrar en discusiones de mucho más fondo concernientes a las teorías en disputa: las anticapitalístas -como la de Harvey, pero no solo esta- y la de Pikkety.

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    1. Gracias por tus comentarios. Para ahondar en el asunto te invito a que revises un segundo artículo donde se analiza el escrito de Harvey propiamente:

      Un segundo artículo para cerrar la idea sobre el pensamiento cerrado de David Harvey. A propósito de algunos comentarios sobre el artículo anterior.

      http://ungeografosingeografia.blogspot.com/2014/05/que-dijo-david-harvey-y-por-que-es.html

      Allí se responden las más de tus preguntas. Gracias.

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